Increíble pensar que he llegado tan bajo. Recurro a ti con la esperanza de que me puedas ayudar a resolverlo todo, a olvidarlo todo, de que me ayudes a descansar. Estoy cansado, muy cansado. Sin saber bien ni la hora ni el día en el que estoy, me encuentro solo y sin más alternativas. Durante toda mi vida rechace pedirte ayuda, lo rechace e incite a muchos a mi alrededor a que no lo hagan. Y ahora… estoy aquí, a tu lado, rogándote de rodillas que por favor me ayudes, que me ayudes a darle un fin a todo esto.
Las horas pasan, cada vez se hace más tarde. Cada segundo que se va en el vacío me duele demasiado sin ella, sin tenerla conmigo. Cada segundo. Tortura, dolor, miedo. No puedo seguir así. Simplemente ya no puedo. Lo trate todo, eso es más que seguro. Hice todo lo que pude hacer y ahora me enfrento a la cruda verdad: A pesar de haberlo negado durante toda mi vida, lo último que me queda es tu ayuda. Siento en el alma tener que tomar esta decisión, pero no podría continuar un segundo más así, viviendo sin vivir, respirando sin aire, siendo sin ser nada. Ya no puedo. Simplemente, no puedo más.
Es por eso que ahora recurro a ti. Darle un fin a todos estos problemas, poderlos olvidar y ser capaz de descansar, eso es lo único que te pido. Nada más, nada más. Mi ahora siempre fiel revólver, mi última jugada, mi recurso final, se que con aquella solitaria bala dentro tuyo serás capaz de lograrlo. Estoy cansado, muy cansado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario